Después de conocer las noticias sobre “el tifón más fuerte de la década” (Tifón Hagibis) que llegaba a Japón, tuve que cambiar mis planes y escapar hacia las montañas más cercanas y fáciles de acceder. Principalmente porque iba a tocar tierra en tres días, muy cerca de donde me encontraba.
Había encontrado refugio en una pequeña Michi no Eki (Estación de camino) en las montañas de Yamakita. Estos lugares tienen áreas de descanso donde uno puede quedarse adentro, con baños y máquinas expendedoras. Este específicamente, era un espacio bien reducido de alrededor de 10 metros cuadrados.
Aunque me encontraba a salvo, la noche no fue la mejor. Con cada pequeño movimiento, el sensor del cuarto encendía todo y me despertaba. Aparte, al ser una Michi no Eki, era una parada para que conductores cansados usaran los baños y consiguieran algo de beber.
[2019-10-11]
No estoy seguro de que tanta gente entró mientras intentaba dormir, pero me desperté aún cansado. Lo positivo era que todas mis cosas seguían secas.
Comí un pan con café caliente de la máquina expendedora; empaque todo y quedé listo para partir.
La lluvia había parado por fin, y a las 6:47 a.m. salí rápidamente hacia una Michi no Eki más grande: Fujioyama, la cual quedaba a 11.4 km.
El cielo estaba aún bastante oscuro. En cualquier momento podría quedar empapado; así que me apresuré. Era una ruta bastante diversa, con bajadas, subidas y algunas partes planas; pero durante los últimos 3 km, fueron solo en subida.
Me encontraba a 20 minutos de llegar cuando me empecé a sentir un poco mareado. No sabía si era la falta de aire, falta de comida, o falta de esperanza. Pero tuve que detenerme y quedarme parado un rato.
En medio de una carretera vacía rodeado de campos de arroz, estaba yo, tratando de no desmayarme.
Tomé bastante agua y me comí un paquete de ‘Calorie Mate’: mi amigo de Osaka me había enseñado estas barras de energía. Ese tipo de alimento puede ayudar en situaciones similares; aparte, saben muy bien – yo siempre cargaba unas cuantas en mi morral.
Caminé un rato mientras recuperaba energía, pero de repente, empezaron a caer gotas. Me monté en la bici y pedaleé, con todas mis fuerzas, el ultimo kilometro hasta la Estación de Camino.
Una hora después de haber dejado Yamakita, llegue completamente empapado, pero de sudor. La Michi no Eki Fujioyama era inmensa (por lo menos, comparada a la anterior). Había un montón de carros y largos camiones parqueados, y una pérgola que conectaba el parqueadero con el área de los baños. Dejé mi bicicleta bajo techo e ingresé al baño a cambiarme de ropa.
Cuando salí, encontré a un señor interesado en mi viaje (había notado la bicicleta con toda la carga). Intenté hablarle en japonés, pero insistía en querer practicar su inglés. No estoy seguro quien hablaba peor, pero logramos mantener una conversación.
Esta Michi no Eki estaba ubicada en la ciudad de Gotemba, justo a la base del Fuji, pero solo veía nubes en todas las direcciones.
Aparentemente todas las Michi no Eki están compuestas de las mismas secciones: un restaurante y mercado, donde puedes probar y comprar cosas de la región; y un área de descanso, con máquinas expendedoras y baños. Claro que esta era como diez veces más grande que donde dormí el día anterior.
También noté que estaba llamando bastante la atención de la gente – otras tres personas se acercaron a preguntar sobre mí y mi viaje.
Estaba en el campo de Japón, y todos fueron increíblemente amables. Me escuchaban con mucha paciencia, y por supuesto, todos decían “nihongo jouzu” (eres bueno en japonés) – aunque yo sabía que cualquiera diría eso solo con escuchar “Arigatō” (Gracias).
Además, una mujer me invitó a la granja de su familia en la Prefectura de Hiroshima. Estaba bastante insistente y pretendía llamar a sus padres, pero desafortunadamente, tuve que rechazar la invitación porque el lugar quedaba demasiado alejado de mi ruta. Hubiera sido una experiencia fascinante, pero era tan adentrado en las montañas que me retrasaba varios días.
Mas tarde, para almorzar, disfruté algo diferente. Pero todavía no estoy seguro de que era todo lo que había en la bandeja. Todo estaba delicioso; excepto por una masa blanca.
(Después de investigar, encontré que ese extraño plato se llama ‘Tororo’ y está hecho de ñame rallado – regularmente, se come con el arroz)
En los restaurantes de las Michi no Eki puedes conseguir sets completos como este por alrededor de 800 yenes (~ 8usd).
Pasé la tarde hablando con mi familia y amigos, asegurándole a mi mamá que me encontraba a salvo. Mientras tanto, pantallas en la estación mostraban noticias sobre el super tifón categoría 5; y su destrucción que iba dejando sobre Guam y las Islas Marianas.
Antes de que cerraran el mercado y restaurante a las 5 p.m., compré un sándwich y un paquete de Dango para la noche. Dango son unas bolas de arroz cubiertas con una salsa dulce – bastante populares en el anime; yo siempre había querido probarlas.
En el área de descanso había varias máquinas expendedoras: de bebidas embotelladas, café y chocolate fresco, y algunos productos de panadería dulce. No necesitaba nada más.
Estuvo lloviendo todo el día, así que no pude hacer nada en los alrededores; me senté en una mesa adentro por el resto de la noche. No era el único estando allí – otras dos personas iban a pasar la noche también. Y había muchas más afuera dentro de sus carros y camiones.
Mas tarde, escogí una esquina, donde me acomodé dentro de mi bolsa de dormir. Era genial que los baños estuvieran aparte del salón, así nadie incomodaría durante la noche.
[2019-10-12]
Desperté temprano para encontrarme con lluvia imparable.
Y antes que terminara de comer un pan con café, un grupo de alrededor de 20 personas entraron al espacio para tener una pequeña reunión bajo techo. Parecían ser como un equipo de rescate. No estaba seguro, pero estaban planeando su día; asumí, preparándose para asistir a cualquiera que necesitara.
Se pronosticaba que el tifón alcanzaría el país esa noche, así que estaba algo asustado. Aunque por suerte, había reducido su fuerza, y en medio de montañas seria menos peligroso.
El día pasó sin mucha novedad que el anterior. Hablé con algunas personas, compré algo diferente para almorzar, y pasé la mayor parte del tiempo planeando una nueva ruta para los siguientes días – debido al retraso, tuve que quitar un largo recorrido que tenía planeado al rededor del Monte Fuji, visitando cinco lagos famosos y acampando en sus alrededores.
La noche llegó, y los vientos estaban más fuertes. El área de descanso estaba ahora llena. Un joven que estaba haciendo autostop, también estaba desde el día anterior, como yo. Pero la mayoría eran conductores que solo esperaban para poder regresar a casa. Un amigable anciano tenía curiosidad sobre mi viaje, y conversamos por un rato.
Generalmente, es una ventaja tener los baños distanciados del área de descanso. Pero con la cantidad de lluvia y viento que había, hubiera preferido lo contrario. El tifón ya estaba cerca, y había corrientes de viento en todas las direcciones, con cosas volando por allí. Fui y volví a salvo, pero algo mojado.
Ya estaba cansado, así que me acomode en la pequeña esquina y descanse por un rato. Algunas horas más tarde, me despertó un temblor; pero vi que todos seguían calmados así que seguí durmiendo, sabiendo que no corría peligro.
Al rededor de las 2 a.m., el amable viejo me despertó alegremente, anunciando el paso del tifón y que ya estábamos a salvo.
El Tifón Hagibis tocó tierra en la Península Izu (cerca de 50km de donde yo estaba) como un tifón equivalente a Categoría 2. Continuo su camino por el norte, sobre la Prefectura de Chiba (al oeste de Tokio).
[2019-10-13]
Dormí de nuevo por un par de horas, habiendo descansado lo suficiente.
Para concluir, desperté con esta maravillosa vista del Monte Fuji.
Nunca me imagine estar tan cerca de él. Se veía como si nada hubiera pasado en los días anteriores – un cielo limpio y azul. No podía creerlo. Era extraordinario tener esta oportunidad.
Y, por fin, podía continuar con mi viaje.
No dudes en escribirme cualquier pregunta abajo en los comentarios.
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